El avance imparable de Rusia en el este de Ucrania pone las cosas difíciles a Kiev

Moscú redobla su ofensiva en la previa de una reunión clave para intentar voltear la guerra y garantizar la resistencia ucraniana.

El Gobierno y el Estado Mayor ucranianos afrontan uno de los momentos de mayor incertidumbre desde el comienzo de la invasión rusa y a poco más de una semana de que la OTAN, principal soporte de Kiev ante Moscú, celebre su 75 aniversario. Los socios de la Alianza acuden a su cumbre en Washington, la más importante de los últimos años, entre mucha retórica belicista, pero con una hoja de ruta muy difusa sobre el futuro de Ucrania.

Además, para consternación de Kiev, una nueva sombra se cierne sobre el apoyo a Ucrania de Estados Unidos, su principal valedor internacional, tras la extrema debilidad mostrada la semana pasada por el presidente Joe Biden ante su rival electoral, Donald Trump, y con los comicios presidenciales a la vuelta de la esquina, el próximo 5 de noviembre.

La eventual sustitución del candidato demócrata a cinco meses de las elecciones puede socavar todo el proceso electoral y provocar una cascada de asuntos no prioritarios, como el caso de la guerra de Ucrania, que podría ser aprovechado por Moscú para intentar dar el golpe de gracia a la resistencia ucraniana.

Una avalancha de conquistas rusas en Donetsk

En estos momentos, el avance de las tropas de Moscú en el este de Ucrania es lento, pero imparable. El pasado fin de semana, las fuerzas del Kremlin tomaron las localidades de Novooleksandrivka, Spirne, Shumy y Razdolivka, en la región de Donetsk, donde siguen los combates más encarnizados de la guerra. Este lunes, cayó en manos rusas la aldea de Novopokorvske, también en Donetsk.

El avance de las tropas rusas en el este de Ucrania es lento, pero imparable

La mayor presión rusa en esta región del este de Ucrania se está produciendo en torno a las localidades de Pokrovsk, Toretsk y Chasiv Yar, pero hay también avances hacia la ciudad de Kramatorsk, cuya eventual caída podría poner en manos rusas el pequeño sector del Donbás (territorio que incluye las regiones de Donetsk y Lugansk) aún en manos ucranianas.

En el frente de Járkov, norte de Ucrania, los ucranianos subrayan que han detenido el avance ruso hacia la capital de la región, del mismo nombre, mientras que el Ministerio de Defensa ruso anuncia la toma de Stepova Novoselivka. El objetivo del ejército del Kremlin es ampliar la llamada franja de seguridad junto a la frontera para dificultar los ataques ucranianos contra territorio de la Federación Rusa.

Más decisiones audaces de Occidente, pide Zelenski

En su discurso a la nación en la noche del domingo, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, reclamó a sus aliados occidentales "más decisiones audaces" para frenar la oleada de bombardeos protagonizados por la aviación rusa, que en esta etapa de la guerra se está volcando en el uso de bombas planeadoras, de gran capacidad de destrucción y con la precisión de los misiles de crucero, pero a un costo ínfimo y sin apenas riesgo para las aeronaves que las lanzan.

Zelenski trabaja con sus aliados para frenar el uso de bombas planeadoras por parte de Rusia

Zelenski reveló que está trabajando con sus aliados para que en las próximas semanas se puedan adoptar medidas que frenen el uso de este tipo de armamento por parte de Rusia. Este podría ser uno de los asuntos a abordar en Washington por los representantes militares ucranianos que acudan a la cumbre de la OTAN entre el 9 y 11 de julio.

El ejército ucraniano confía en que sus aliados occidentales que están suministrando misiles de largo alcance permitan disparar este tipo de armamento contra cualquier objetivo dentro del territorio ruso. Ya la mayor parte de los países europeos y los propios estadounidenses han dado la luz verde para que sus misiles golpeen blancos en territorio ruso, pero aún hay discrepancias sobre la profundidad de esos ataques.

Kiev pide que se puedan atacar cualquier aeródromo ruso desde donde estén operando esos aviones que en estos momentos de la ofensiva están facilitando el avance de las tropas rusas, tanto en el Donbás como en Járkov. Los permisos de los países aliados de Kiev limitan los ataques a bases y otros objetivos rusos cerca de la región de Járkov.

El ejército ucraniano quiere ampliar el radio de acción de sus misiles occidentales de ataque y combinar esta acción con más sistemas Patriot de misiles antiaéreos para frustrar los bombardeos rusos.

El asunto de los F-16

Otro tema de gran importancia que será contemplado en Washington es el suministro de los aviones de combate occidentales F-16 a Ucrania. Se supone que ya están formados buena parte de los pilotos ucranianos que manejarán esas aeronaves, pero hay muchas dudas aún sobre dónde estarán ubicados los cazas, más de un centenar, para evitar su destrucción.

Rusia advierte de que podrá atacar aeródromos de la OTAN si sirven de base para los aviones de combate F-16

Rusia ya ha advertido de que, si estos aviones –que podrán golpear con mucha eficacia objetivos militares dentro de la Federación Rusa– tienen sus bases en territorio de la OTAN, sus aeródromos podrán ser blanco de los misiles rusos, pues tal circunstancia será considerada por Moscú como una agresión directa de la Alianza o del país desde donde vuelan los aparatos. Igual ocurrirá si los aviones vuelven a bases de la OTAN para su reparación o mantenimiento.

Pero de momento, las nuevas partidas de armas occidentales compradas con los miles de millones de dólares y euros aprobados recientemente no parecen ser suficientes para dar el giro de timón al conflicto que quisiera Kiev.

En tales circunstancias, Ucrania espera que la cumbre que la OTAN celebrará la semana próxima en Washington despeje tanta incertidumbre. Todo ello a pesar de que Kiev cada vez se fía menos de las abultadas promesas occidentales de armamento "decisivo" o incluso de "asesores" sobre el terreno, como prometió el presidente francés, Emmanuel Macron.

La clave Biden

La realidad es mucho más enrevesada y puede variar drásticamente de un momento a otro, como sucedió este jueves con el debate televisado entre Joe Biden, actual huésped de la Casa Blanca, y su antecesor en la Presidencia de EEUU, Donald Trump.

Los fallos de memoria y coherencia de Biden, y la inmisericorde respuesta de Trump hicieron saltar todas las alarmas sobre la capacitación del actual presidente de Estados Unidos, de 81 años, para seguir al frente del país durante otros cuatro años más, a partir de 2025, si ganara las elecciones de noviembre.

En las cancillerías occidentales se empieza a hablar de guerra abierta con Rusia

No parece que Biden vaya a dejar la Presidencia voluntariamente, lo que ya supondría un gran problema para el Partido Demócrata a la hora de sustituirlo. Pero la permanencia en el poder del actual jefe de la Casa Blanca sin su capacidad mental plena en unos momentos como los actuales, cuando ya en las cancillerías occidentales se empieza a hablar de guerra abierta con Rusia o cuando se está fraguando un conflicto a gran escala en Oriente Medio, puede poner los pelos de punta al más valiente.

En la Unión Europea crece la inquietud incluso ante la posibilidad de que Biden tuviera que ser inhabilitado a la fuerza, pues eso daría pie a países como Rusia o China para arremeter contra ese sistema democrático estadounidense (y occidental, en general) y tildarlo de débil frente al autoritarismo de sus propios regímenes, como señala el canal estadounidense CNN.

La inquietud en Ucrania es manifiesta, pues si tanto le costó a Biden sacar adelante la ayuda multimillonaria de 61.000 millones de dólares para ese país, y solo se logró en abril pasado tras la obstinada oposición republicana en el Congreso durante seis meses de negociaciones, ¿cómo podría ahora renovarse ese apoyo o considerar otro igual o más importante?

Hay muchas decisiones que deberán ser tomadas en consenso con los aliados en la próxima cumbre de la OTAN

Y la opción Trump es vista con auténtico pánico en Kiev. No solo mostró mucha aquiescencia con Rusia el expresidente estadounidense durante su mandato, sino que, ya desde la oposición, ha señalado que, de llegar al poder, acabará con la guerra de Ucrania en cuestión de 24 horas.

"Biden le está dando 200.000 millones de dólares o más a Ucrania. Eso es mucho dinero. Cada vez que Zelenski viene a este país (EEUU), se lleva 60.000 millones de dólares. Es el mejor vendedor de todos los tiempos", afirmó recientemente Trump.

Y no solo está en juego Ucrania. Ahí está la guerra genocida de Israel en Gaza o la confrontación con China en torno a Taiwán. Estados Unidos estaría en la mirilla de la crítica internacional ante la posibilidad de que cualquier decisión que tome la Casa Blanca sea poco menos que la antesala del juicio final.

De ahí que esta cumbre de la OTAN vaya a tener una importancia muy especial. Hay muchas decisiones que deberán ser tomadas en consenso con los aliados de la OTAN y éstos no delegarán con tanta alegría como hasta ahora en Washington. Hay demasiado en juego.

¿Un nuevo frente en Bielorrusia?

Un ejemplo de todo ello es la posibilidad de que se abra un nuevo frente bélico en Bielorrusia, en cuya frontera crece la presencia de tropas ucranianas, como han denunciado los Gobiernos ruso y bielorruso.

El jefe del Estado Mayor del Ejército bielorruso, Pável Muraveiko, denunció la semana pasada que desde hace días se aprecia un movimiento "incomprensible" de tropas ucranianas al otro lado de la frontera, con numerosos vuelos de drones de reconocimiento.

Rusia también manifestó su preocupación este lunes. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, recordó que Moscú y Minsk son "aliados" y que los Ministerios de Defensa de los dos países "se encuentran en permanente comunicación".

Además de algunas unidades de fuerzas convencionales del Kremlin, Bielorrusa alberga en su territorio un número indeterminado de armas nucleares rusas de tipo táctico, es decir, susceptibles de ser empleadas en el campo de batalla contra tropas o bastiones del enemigo.

El resquemor de Moscú y Minsk no es baladí. La posibilidad de ampliar el campo de operaciones de la guerra de Ucrania a Bielorrusia podría dar a Occidente cierta capacidad de acción que no tiene en Ucrania. Una posibilidad muy arriesgada, pero que podría ayudar a mejorar la posición de negociación ucraniana en eventuales conversaciones para alcanzar un armisticio.